Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

sábado, 2 de abril de 2016

Turquía tras los atentados de París y Bruselas

Se desconoce, por el momento, quién ordenó los atentados perpetrados en París y en Bruselas. Aunque se han mencionado varias pistas, la única hipótesis que se sostiene es la de una operación decidida por Turquía. Thierry Meyssan relata aquí el conflicto secreto que pesa sobre las relaciones entre la Unión Europea, Francia y Turquía desde hace 5 años.
En 2011, los ministros de Relaciones Exteriores de Francia, Alain Juppé, y de Turquía, Ahmet Davutoglu, acordaban en secreto la creación de un Sunnistán, que abarcaría territorios de Irak y Siria –tarea que quedaría en manos del Emirato Islámico–, y crear un seudo Kurdistán al que serían empujados los kurdos de Turquía. Aquel proyecto tenía el respaldo de Israel y el Reino Unido.
Es demasiado pronto para decir con certeza de dónde vino la orden que dio lugar a los atentados perpetrados en París, el 13 de noviembre de 2015, y en Bruselas, el 22 de marzo de 2016. Por el momento, la única explicación razonable es la que proporcionan los elementos que mencionaremos seguidamente.

Inmediatamente después de la muerte del fundador del islamismo turco, Necmettin Erbakan, y en momentos en que acaba de iniciarse la «primavera árabe», el gobierno del entonces primer ministro turco Erdogan concluye un acuerdo secreto con Francia. Según un diplomático que estudió ese documento, en él se estipulan las condiciones para la participación de Turquía en las guerras contra Libia, que acaba de empezar, y contra Siria, que será el paso siguiente. Representada por su ministro de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, Francia se compromete fundamentalmente a resolver la «cuestión kurda» sin «afectar la integridad del territorio turco». Esta rebuscada fórmula significa que se creará en otro lugar un seudo Kurdistán para expulsar hacia él a los miembros del PKK. Hasta aquel momento, ese proyecto de limpieza étnica, que no es nuevo, sólo se había mencionado en la literatura militar israelí que describía el nuevo Estado creado en territorios pertenecientes a Siria e Irak.

El 31 de octubre de 2014, el presidente francés Francois Hollande aprovecha una visita oficial de Recep Tayyip Erdogan a París para organizar un encuentro secreto, en el palacio del Elíseo, con el copresidente de los kurdos de Siria, Salim Muslim. Traicionando a los kurdos de Turquía y a su líder histórico, Abdullah Ocalan, Salim Muslim acepta convertirse en presidente del seudo Kurdistán que debería crearse con el derrocamiento del presidente sirio democráticamente electo Bachar al-Assad.
El 31 de octubre de 2014, Francois Hollande acompaña a Recep Tayyip Erdogan a la entrada del Elíseo. Pero otro invitado acaba de salir discretamente por la puerta pequeña: el kurdo Salih Muslim.
Es el momento de la batalla de Kobane. Los kurdos de Siria defienden durante meses esa ciudad ante la embestida de las fuerzas del Emirato Islámico. La victoria de los kurdos sobre los yihadistas que atacan Kobane modifica seriamente el tablero político: para combatir seriamente a los yihadistas hay que aliarse con los kurdos. Pero los kurdos de Siria no obtuvieron la nacionalidad siria sino al inicio de la guerra, hasta entonces habían sido refugiados políticos turcos en territorio sirio, expulsados de su país durante la represión turca de los años 1980. Los Estados miembros de la OTAN consideraban entonces al PKK, principal organización de los kurdos de Turquía, como una organización terrorista. En lo adelante, los miembros de la OTAN van a establecer una diferencia entre “los malos” del PKK turco y “los buenos” del YPG sirio, a pesar de tratarse de dos organizaciones hermanas.

A raíz de la batalla de Kobane, Francois Hollande cambia de bando y establece claramente su respaldo a los kurdos recibiendo en el Elíseo una delegación del YPG, el 8 de febrero de 2015.
Sorpresivamente, el 8 de febrero de 2015, Francia renuncia a su compromiso anterior. Francois Hollande recibe en el Elíseo, ahora oficialmente, a Asya Abdullah, copresidenta de los kurdos de Siria y fiel a Ocalan, y a la comandante Nesrin Abdullah, esta última en uniforme camuflaje. Salih Muslim no participa en esa reunión.

Recep Tayyip Erdogan reacciona ordenando un atentado del Emirato Islámico contra una manifestación a favor de los kurdos, atentado perpetrado en Suruc el 20 de julio de 2015. Apoderándose de la retórica antiterrorista, Erdogan declara la guerra al Emirato Islámico y a los kurdos, pero sus fuerzas armadas atacarán solamente a los kurdos. Con ello, Erdogan pone fin al alto al fuego y reinicia la guerra civil en su propio país. A falta de un seudo Kurdistán en Siria, Erdogan provoca un éxodo de kurdos hacia Europa.

El 3 de septiembre de 2015, la publicación de la fotografía de un niño kurdo ahogado marca el inicio de una gran oleada de migrantes desde Turquía… hacia la Unión Europea, principalmente hacia Alemania. Durante las primeras semanas, los dirigentes alemanes acogen con entusiasmo el flujo masivo de nuevos trabajadores, muy necesarios para la industria pesada alemana, mientras que los medios de prensa expresan compasión por los refugiados que supuestamente huyen de la dictadura siria. El 29 de septiembre, los dirigentes franceses y alemanes incluso se apropian de la empatía hacia los migrantes para estudiar la posibilidad de subvencionar la continuación de la guerra asignando 3 000 millones de euros a Turquía –donación presentada a la opinión pública como una ayuda humanitaria para los refugiados.

A finales de septiembre de 2015, Rusia inicia su operación militar contra todos los yihadistas, independientemente de la bandera que agiten. Viendo en grave peligro su proyecto, Recep Tayyip Erdogan empuja a Salih Muslim a emprender una operación de kurdización forzosa del norte de Siria. Brigadas kurdas expulsan a los profesores árabes y asirios de las escuelas y los reemplazan con maestros kurdos. Los sirios se rebelan y recurren a los rusos. Estos últimos tratan de restablecer la calma e incluso mencionan una posible federalización ulterior de Siria. Francia brilla por su ausencia.

El 13 de noviembre, exasperada por los repetidos cambios de rumbo de Francois Hollande, Turquía utiliza a la ciudadanía francesa como rehén y ordena la realización de los atentados de París, con un saldo de 130 muertos y 413 heridos.

Escribí entonces:
«Los sucesivos gobiernos franceses han establecido alianzas con Estados cuyos valores son contrarios a los valores de la República Francesa. Los gobiernos franceses sucesivos han ido comprometiéndose progresivamente a librar guerras secretas por cuenta de esos Estados, antes de renunciar a esos compromisos. El presidente Hollande; su jefe de estado mayor particular, el general Benoit Puga; su ministro de Exteriores Laurent Fabius y su predecesor Alain Juppé, ministro bajo el mandato del ex presidente Sarkozy, son actualmente objeto de un chantaje del que sólo podrán librarse revelando en qué implicaron indebidamente al país». [1]
Aterrorizado, París regresa apresuradamente al plan Juppé de 2011. Junto a Londres, fuerza, el 20 de noviembre, la adopción de la resolución 2249 en el Consejo de Seguridad de la ONU. Bajo el pretexto de luchar contra el Emirato Islámico, el objetivo es justificar la conquista del norte de Siria para crear allí –finalmente– el seudo Kurdistán hacia donde Recep Tayyip Erdogan podrá expulsar a «sus» kurdos.

Pero Estados Unidos y Rusia retocan ligeramente el texto, de tal manera que Francia y el Reino Unido no pueden intervenir sin ser invitados por Siria –situación que recuerda de inmediato la fracasada operación colonial de 1956, cuando las tropas franco-británicas intentaron ocupar el Canal de Suez con apoyo de Israel y de Turquía, pero tuvieron que retirarse en cuanto Estados Unidos y la URSS fruncieron el ceño.

Durante los 5 meses y medio de intervención rusa en Siria, las relaciones entre Turquía y Rusia empeoraron constantemente. Tienen lugar el atentado contra el vuelo 9268 de Metrojet sobre el Sinaí, las acusaciones de Vladimir Putin en la cumbre del G20 realizada en Antalya, el derribo del Su-24 en el norte de Siria y las sanciones rusas contra Turquía, la publicación de las fotos aéreas de las caravanas de camiones cisterna llevando a través de Turquía el petróleo robado por el Emirato Islámico, etc. 

Después de sopesar la posibilidad de una guerra contra Turquía, Rusia decide finalmente mostrarse sutil y respaldar al PKK contra el régimen de Erdogan. Serguei Lavrov logra convencer a su interlocutor estadounidense de que hay que aprovechar la inevitable desestabilización en Turquía para organizar el derrocamiento del dictador Erdogan. Sabiéndose amenazado tanto por Rusia como por Estados Unidos, el régimen turco trata nuevamente de buscar aliados. El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, viaja el 5 de marzo a Teherán y el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, llega a Ankara el 18 de marzo. Pero la República Islámica no tiene intenciones de enemistarse con los Dos Grandes.

El 14 de marzo, Vladimir Putin anuncia la retirada de los bombarderos tácticos rusos. Parece que el proyecto de creación de un seudo Kurdistán vuelve a ser posible. Pero Washington y Moscú se adelantan a Ankara y comienzan la entrega indirecta de armamento al PKK.

Colmo de males para Ankara, ahora es la Unión Europea quien ya no quiere oír hablar de colonizar el norte de Siria. La mayoría de los Estados miembros de la UE sigue la política exterior impuesta por París desde hace 5 años, con la ya ampliamente comprobada ausencia de éxito. Como expresión de descontento, varios países, como Bélgica, han concedido asilo político a líderes kurdos de Turquía. También manifiestan su descontento durante la cumbre UE-Turquía, realizada el 17 y el 18 de marzo, donde se ven obligados a aceptar definitivamente una subvención de 3 000 millones de dólares anuales para Ankara.

Yo mismo denuncié entonces el comportamiento de las élites europeas que, cegadas por su obsesión antisiria, reproducen el error cometido en 1938. En aquella época, cegadas por su obsesión anticomunista, apoyaron al canciller Hitler cuando este anexó Austria y durante la crisis de los Sudetes (acuerdos de Munich), sin darse cuenta de que así armaban el brazo que acabaría golpeándolos [2].

Mientras se desarrollaba la cumbre UE-Turquía, o sea sin importarle las decisiones que se tomarían, el presidente Erdogan pronuncia un discurso, transmitido por televisión, en ocasión del aniversario 101 de la batalla de Canakkale («la batalla de los Dardanelos», hecho que marcó la victoria del Imperio Otomano sobre los Aliados) y en memoria de las víctimas del atentado perpetrado varios días antes en Ankara. Erdogan declara en ese discurso:
«No hay ninguna razón para que la bomba que estalló en Ankara no explote en Bruselas o en otra ciudad europea (…) Lanzo aquí un llamado a los Estados que los reciben con los brazos abiertos, que –directa o indirectamente– apoyan las organizaciones terroristas. Ustedes están alimentando una serpiente en su propia cama. Y esa serpiente que ustedes están alimentando puede morderlos en cualquier momento. Ver en sus televisores bombas que explotan en Turquía quizás no significa nada para ustedes. Pero cuando las bombas empiecen a estallar en las ciudades de ustedes, entonces entenderán ustedes lo que sentimos. Pero ya será demasiado tarde. Dejen ustedes de respaldar actividades que nunca tolerarían en su propio país, y que sólo toleran cuando son en contra de Turquía.» [3]..
Cuatro días después, ocurren los atentados de Bruselas, que dejan un saldo de 34 muertos y 260 heridos. Y, para que nadie crea en una simple coincidencia sino más bien en un acto deliberado, al día siguiente la prensa turca se regocija ante el castigo infligido a Bélgica [4].

Desde que el presidente Erdogan reanudó la guerra civil en su propio país, esa guerra ha segado más de 3 500 vidas en Turquía.
Thierry Meyssan

[1] «La República Francesa como rehén», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 17 de noviembre de 2015.

[2] «El suicidio europeo ante Turquía», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 21 de marzo de 2016.

[3] Ver un fragmento del discurso: «Amenaza de Erdogan contra la Unión Europea», por Recep Tayyip Erdogan,Red Voltaire, 25 de marzo de 2016.

[4] «Turquía reivindica el baño de sangre de Bruselas», por Savvas Kalederides, Red 



Nubes negras sobre el presidente Erdogan

Siguen acumulándose las acusaciones contra el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Mientras que Rusia y Estados Unidos abastecen indirectamente con armas al PKK, se acusa a Turquía de haber ordenado los atentados perpetrados en París y Bruselas, acusación que encuentra confirmación en las recientes declaraciones del propio Erdogan y en un importante testimonio del rey Abdala de Jordania. Por otra parte, Washington acaba de abrir una investigación sobre una enorme malversación de fondos a favor del AKP.

Erdogan
En sólo una semana, nuevos nubarrones vienen a agolparse sobre la cabeza del presidente turco Erdogan.

En primer lugar están las sospechas sobre su responsabilidad en los atentados terroristas perpetrados en París y Bruselas.

En el caso de los atentados de París, se estima que el objetivo era chantajear al presidente francés Hollande por no haber respetado su compromiso de ayudar a «resolver» el «problema kurdo».

En efecto, a principios de 2011, los ministros de Relaciones Exteriores de Francia y Turquía, Alain Juppé y Ahmet Davutoglu, habían firmado un acuerdo secreto que estipulaba las condiciones sobre las guerras contra Libia y Siria. Una de las cláusulas de aquel acuerdo señalaba que Francia respaldaría una solución del «problema kurdo» que no afectara «la integridad territorial de Turquía». En otras palabras, se trataba de crear un nuevo Estado, en territorios pertenecientes a Irak y Siria, para expulsar hacia allí a los kurdos de Turquía. Ese proyecto de limpieza étnica, correspondiente a un viejo plan de los estrategas israelíes, recibió el aval del Departamento de Defensa de Estados Unidos y Robin Wright lo publicó en el New York Times, en septiembre de 2013.

A su llegada al poder, el presidente francés Francois Hollande se comprometió a aplicarlo y, el 31 de octubre de 2014, recibió a Erdogan en la sede de la presidencia francesa, donde ambos se reunieron en secreto con Salih Muslim, copresidente de las YPG [1], a quien prometieron convertirlo en presidente del nuevo Estado. Pero, después de la victoria de los kurdos en Kobane, Hollande cambió de casaca. Recibió en el Elíseo a la otra copresidente de las YPG, Asya Abdullah, fiel al líder histórico del PKK y de los kurdos de Turquía, Abdullah Ocalan. Sin saber todavía bien qué hacer con los kurdos, Hollande decidió utilizar como pretexto la crisis de los refugiados para financiar más ampliamente la guerra contra Siria. En definitiva, la campaña de bombardeos rusos puso fin definitivamente al sueño israelo-franco-turco de creación de un seudo Kurdistán. Tratando de hacerse perdonar de alguna manera, Hollande propuso ampliar el financiamiento de la guerra contra Siria haciendo que la Unión Europea asignara a Turquía 3 000 millones de dólares, con el pretexto de la crisis de los refugiados. Furioso, Erdogan habría ordenado entonces los atentados perpetrados en París, el 13 de noviembre de 2015.

En segundo lugar, numerosos Estados europeos han expresado su irritación ante la política antisiria que Francia impone a la Unión Europea. Bélgica estuvo entre los países más críticos hacia esa política y, como expresión de su desacuerdo, otorgó asilo político a varios líderes del PKK. El proyecto de un seudo Kurdistán parecía nuevamente realizable cuando Rusia anunció la retirada de sus bombarderos tácticos, pero Francia no logró obtener el respaldo de la Unión Europea. En un discurso transmitido por televisión, Erdogan amenazó entonces a Bélgica con explosiones de bombas en suelo belga y ordenó los atentados del 22 de marzo de 2016 en Bruselas.

La tesis de la responsabilidad turca coincide con el testimonio del rey Abdalá de Jordania, registrado el pasado 11 de enero ante miembros del Congreso de Estados Unidos. Según las minutas de ese encuentro, oportunamente “filtradas” a la prensa, el rey de Jordania aseguró que Erdogan está introduciendo combatientes en Europa para extender la yihad a ese continente.

Y, como un problema nunca viene solo, el implacable fiscal de Manhattan acaba de arrestar al hombre de negocios turco-irano-azerí al que la justicia turca había acusado de haber malversado 2800 millones de dólares en Irán para financiar el partido de Erdogan, el AKP.

Thierry Meyssan

[1] Las YPG (siglas correspondientes a Unidades de Protección del Pueblo) se componen de combatientes kurdos refugiados en Siria a quienes el gobierno sirio otorgó la nacionalidad siria al inicio de la guerra. Las YPG alcanzaron notoriedad mundial durante la tenaz resistencia que opusieron a los yihadistas del Emirato Islámico en la localidad siria de Kobane, próxima a la frontera con Turquía. Nota de la Red Voltaire.

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